lunes, 21 de diciembre de 2020

Apuntes de introducción a la Filosofía de la Liberación

Basados en la experiencia del Taller Popular “Enrique Dussel” 



DANIEL YARMOLINSKI



Colaboración

de Silvia López



“La filosofía académica, por más revolucionaria que a veces parezca, en la medida en que se aleja de la realidad el pueblo torna al filósofo como un contemplativo lejos de todos los peligros y los avatares de la historia”. 

Enrique Dussel (1973).

 

Desde hace medio siglo nuestra región fue teniendo noticia de una  nueva corriente de pensamiento que nació en la Argentina de finales de los años 60. Un pequeño grupo de intelectuales sostuvo reuniones con singular vigor para dialogar sobre la realidad latinoamericana de aquella época. Sus ejercicios filosóficos no los realizaron enclaustrados en ermitas del saber sino a los pies de los Andes. No se resignaron a discutir los temas teóricos en boga sino que se atrevieron a formular una comprensión analógica del discurso crítico europeo y norteamericano que les habilitara con ciertos elementos categoriales sumamente sugerentes para cuestionar radicalmente a la modernidad capitalista que fue y sigue siendo hasta nuestros días la causa de la dependencia y de los procesos de dominación más nefastos que sufren nuestros países poscoloniales. Separándose tanto del marxismo ortodoxo como de las discusiones liberales, esta nueva filosofía se abría paso con métodos propios, con los oídos abiertos a la escucha discipular de los clamores de justicia del pueblo pobre. A medio siglo de distancia podemos preguntarnos con justicia ¿cuál ha sido el legado de este discurso filosófico no sólo en los centros académicos universitarios sino sobre todo en los procesos populares que luchan por una vida digna? En cuanto a lo primero sólo basta con dirigirse a buscadores especializados para poder saber el nivel de recepción de la Filosofía de la Liberación en diversas áreas del saber social y natural; pero en relación con lo segundo deben tomarse otras fuentes de información tales como los testimonios y documentos que este libro, curado pedagógicamente por Daniel Yarmolinski con la colaboración creadora de Silvia López, nos procura.

    

   Estamos ante un libro con un valor sumamente especial, un valor formativo, educativo. Su objetivo no es la de presentar a una comunidad especializada un nuevo texto teórico-filosófico del formidable Maestro Enrique Dussel; se trata, en cambio, de un esfuerzo ético por ofrecer o compartir, con un adecuado acompañamiento, la palabra producida en un núcleo de discusión intelectual a comunidades populares de vecinas y vecinos, hijas e hijos, abuelas y abuelos, compañeras y compañeros que están insertos en ciertos procesos de reivindicación popular. Se trata, en suma, de hacer-pueblo un texto filosófico pero no a la manera en que se ha ensayado por las academias, es decir, evitando considerar dogmáticamente (fetichistamente) el discurso especulativo; se trata más bien de una pro-vocación para discurrir y deliberar sobre los temas más apremiantes de la vida pública, una invitación al encuentro por la palabra y en la palabra del cara-a-cara de quienes han sido sometidos a una exclusión sistemática de la toma de decisiones a distintos niveles (en la familia, en el barrio, en la ciudad y en la nación), invitación encarnada en un colectivo que ha ido creciendo desde el 2016. La pregunta que nos arroja este libro es infranqueable: ¿cómo podemos rehabilitarnos políticamente en la toma de la palabra para poder decidir en común el rumbo de nuestra existencia? Esta rehabilitación, ciertamente, puede lograrse de diversos modos, pero el que han elegido Daniel y Silvia, el Taller Popular, nos devela un tipo de organización formativa que en simetría permite intercambiar ideas y propuestas teóricas pertinentes (propias y ajenas, cercanas y lejanas en el tiempo y en la geografía) para poder enfrentar la realidad compleja de todos los días. Taller Popular y no Taller de divulgación científica. La flecha de la comunicación no se origina en la academia sino el en compromiso militante de quienes aprecian el servicio de la producción intelectual. La palabra filosófica, así, no queda sacralizada y resguardada en una urna impenetrable, sino que es hospedada en la comunidad pedagógica que la traduce, medita y devuelve con nuevas impresiones, exigencias e ideas lo leído. Toda práctica de lectura es discipular, es analógica, mucho más en el ámbito de lo cotidiano, esto es, en la calle, en el fogón, en las barricadas, en los estadios y también en las plazas centrales, en un “formarse-formando” como lúcidamente expresa Daniel. 

    En el apartado denominado “fundamentación” se nos ofrecen las razones y las definiciones de lo que significa un “Taller” (donde “Todo integrante es a la vez docente, investigador y estudiante”) y sobre todo un “taller de Educación Popular” (“volcando sus conocimientos [Dussel] en situaciones concretas y prácticas del diario convivir (personal o profesional) de todos los integrantes del Encuentro… ‘hundir’ nuestros pies en lo cotidiano… ‘bajar’ las enseñanzas… ‘ver’ las categorías en clave práctica). Esta metodología de la educación popular tiene la misión de hacer-pueblo una enseñanza filosófica que vocacionalmente está desde el comienzo al servicio de las y los dominados. 



En la siguiente parte se da cuenta de las clases que Enrique Dussel impartiera en el año de 2015 comentando su libro clásico: Filosofía de la liberación.[1] Pero no se alarmen los futuros lectores y lectoras, la transcripción de estas clases se encuentra intervenida por indicaciones, pasajes subrayados y comentarios que permiten fijar la atención en lo esencial del discurso a la vez que lo hacen accesible (analógica) a quienes quieren “formarse-formando”. Por ejemplo, cuando Dussel habla de que la Filosofía de la liberación es un “marco de marcos” categorial que permite pensar cualquier tema o problema en diversos campos prácticos (totalidades), esta edición popular hace los énfasis pertinentes para poder dialogar sobre lo-dicho, lo que implica que al ser recibido por el colectivo orgánico se vuelve un Decir-vital). Este tratamiento se sigue en las 7 clases de Dussel (“Historia”, “De la Fenomenología a la Meta-Física”, “Totalidad”, “Mediaciones”, “Exterioridad”, “Alienación” y “Liberación”).

La última parte tiene textos complementarios de otros autores como Franz Hinkelammert, Rodolfo Kush, Boaventura de Sousa Santos, que permiten contar con material adicional de reflexión y análisis sobre temas difíciles para nuestro tiempo.

         No hay que dejar de lado el cierre de este libro educativo. Se trata de la conferencia “La función práctico-política de la filosofía” que Dussel leyera a sus estudiantes luego de haber sufrido en su casa, por parte de un grupo armado, un atentado de bomba el 3 de octubre de 1973. Lectura sobre otro gran maestro que fue condenado a muerte por haber “envenenado la mente de los jóvenes” atenienses: Sócrates.

         Estamos ante un libro escrito y re-escrito por amor al Pueblo, con hedor a él. Esperemos que siga pro-vocando la imaginación política de todas las generaciones y que sea el comienzo de una nueva estrategia educativa del “formarse-formando” en el cara-a-cara de las singularidades colectivas cuyas luchas forjan la Historia de nuestra Patria Grande. Enhorabuena por esta interpelación pedagógica de liberación.    

       




Jorge Alberto Reyes López (FFyL, UNAM)


[1] Originalmente publicada en 1977 en la editorial mexicana EDICOL, fundada por el mismo Dussel, y posteriormente integrada a la colección Breviarios del Fondo de Cultura Económica (FCE ) en 2011. 

Ver https://www.usi.edu.ar/wp-content/uploads/2020/12/Rese%C3%B1as.pdf




Amatista, 1981 - 1985

Héctor Alvarez Castillo  

 

Prefacio del autor a la segunda edición


"Güiraldes fue muy generoso

conmigo. Yo le entregaba un poema bastante

torpe, y él, leyendo entre líneas, adivinaba lo

que yo había tratado de decir pero no había

expresado por mi incapacidad literaria."

Autobiografía, Jorge Luis Borges.

 

Después de más de treinta y cinco años, Amatista se duplica con esta edición. Distinta de la primera y a mi juicio superior; con dudas que no han desaparecido, con alegrías y tropiezos de los que aún no sé cómo salir.

  En los meses previos a su aparición, durante algunas noches me desperté trayendo desde el sueño la urgencia de modificar el original en un adjetivo, una línea o un signo de puntuación que no consideraba adecuado. Años de una mayor entrega al arte poético, días en los que la vida era y se fraguaba en el crisol de la Literatura, mientras la mano y todo el cuerpo escribían en esa intensidad donde se disipan las horas. Ese tiempo pasó, pero al encarar en esta oportunidad el trabajo de revisión y corrección de los textos, autor y lector recuperaron mucho de esa entrañable identidad. Cuando, luego de una larga ausencia, retornamos a lo que es nuestro, los actos semejan más a una conquista que a una visita ingenua y de paso.

  En más de una ocasión me tuve que detener y realizar distintas lecturas de un poema, como si éste no fuera de mi autoría, como si no fuese yo quien lo había escrito. Buscaba dilucidar el sentido, lo que ese joven poeta quería y precisaba decir, preso de un vocabulario inferior a su necesidad y no sabiendo muchas veces superar el conflicto entre el significado y el ritmo que las palabras iban afirmando.

  De esta nueva relación que se estableció con los textos provienen las correcciones y las supresiones que se pueden constatar al comparar ambos volúmenes. Si cotejan el texto ahora fijado y la versión de cada poema divulgada en 1985 –ofrecida en uno de los anexos– en más de una ocasión apreciarán que el verso blanco ha sido el corset ahora elegido como forma de expresión. Esto se debe a que en la nueva lectura realizada no siento la necesidad del soporte que da la puntuación al momento de indicar pausas, bastan el ritmo de la composición o la entonación del verso. La misma música de lo escrito, de la palabra, debe dictar la lectura correcta, sin ese andamiaje que otorgan los signos. 

   Las poesías en la primera edición no aparecieron fechadas, a diferencia de lo que sucede en la presente salida. Salvo alguna duda, entiendo que el año adjudicado a su creación es el correcto. Al no poseer conmigo los manuscritos, debí valerme de distintos datos y recuerdos al momento de añadir esa información. Destaco que esta reescritura trasnochada, luego de años de tantas elaboraciones pergeñadas sobre la misma materia poética, tiene el favor de la conciliación con una obra que en algún lugar estaba perdida, sólo viva en la memoria.


No obstante, también percibo que esta renovada visita produjo ganancias y pérdidas. En el trabajo de corrección o de retoque, da la impresión que las primeras son responsables directas de las segundas. La eliminación de una línea o de una sucesión de imágenes, que en la lectura actual son tenidas como superfluas o literariamente débiles, y por lo tanto desechables, en ocasiones dejan en el texto cierta sensación de orfandad. En lo que se toma como mejora nos queda el sabor de un vacío, de algo que ya no está y que falta para que el verso, el poema, suene acabado. La idoneidad de este lector –en el que sobrevuela el creador de esos textos; que décadas después vuelven a ser tomados como materia de trabajo– es limitada. Ese reconocimiento no es un dato menor. Nunca seremos el que fuimos y eso es algo que constatamos en esta tarea y en su fruto.

  ¡Ojalá que la circulación de esta renovada y definitiva Amatista sea bien recibida o que, al menos, sirva de distracción a los lectores que se detengan en sus páginas!


Héctor Alvarez Castillo

Sáenz Peña, Noviembre de 2017/Octubre de 2020.




 

domingo, 20 de diciembre de 2020

Ficciones reales

Omar Ramos 




Esta antología de la obra cuentística de Omar Ramos que reúne ficciones de distintos libros y periodos, además de incorporar textos inéditos– ha salido en diciembre de 2020 en la Colección Letras del maíz, de nuestro sello editor; un volumen dividido en tres partes, de 158 páginas.

 


Clara Del Valle ha escrito para su contratapa:

¿Dónde se encuentra el límite entre la realidad y la ficción? ¿Se puede hablar de una línea divisoria, una distancia necesaria o sólo se trata de otra quimera, una sentencia que es, a su vez, ficción? Los cuentos que Omar Ramos reúne en esta antología retornan a esta pregunta bordeándola, rodeándola, ensayando posibles respuestas, algunas incluso incómodas: tal vez sea allí que anide su potencia reveladora. La obra se divide en tres partes, criterio que desde los títulos, podríamos sospechar de temático: “Tiempos de amor y de guerra”, “La presencia de Dios” y “El cantar de los escritores y los dioses”, sin embargo, y más allá de temas que tejen las tramas hay una constante en esta prosa precisa y despojada de ornamentos superfluos: en todos hay una mirada crítica, incisiva y profundamente política. Se trata de una antología que bien puede sintetizar las búsquedas y obsesiones que atraviesan toda la obra de un escritor que bucea incansablemente en un universo vivido e imaginado.