Agustín María Palmeiro Fajo
La primera novela de este narrador argentino, inspirada en la Guerra de Malvinas, acaba de salir en nuestro sello por la colección Letras del maíz. La acción que se relata en sus más de cuatrocientas páginas es una indirecta invitación a la reflexión sobre los sucesos de 1982 y la historia de ese archipiélago en la plataforma argentina en la que no sólo Gran Bretaña sino también la OTAN han montado -gracias al robo y al no reconocimiento de la soberanía argentina- la mayor base militar en tierras australes. Más allá de este miserable presente, de la traición de USA ante la, más que inocua, inservible OEA, ese territorio le corresponde a La Argentina, es Argentina y, en un sentido mayor, es parte de Iberoamérica. Se ha perdido una guerra, no por eso la razón y la verdad, con toda su significación, sobre esas Islas y el mar que las rodea. Las Malvinas fueron, son y serán argentinas.
Héctor
Alvarez Castillo
La novela de Palmeiro tiene
permanente suspenso. El lector obviará lo que sabe del momento, el retorno de
las Malvinas a ser las Falkland para el Reino Unido, la derrota argentina. No
hay espacio para ello, la incertidumbre de la trinchera, el hambre, las
constantes preguntas y los juegos infantiles entre soldados, de una juventud
que sabemos se va, el dedo en el gatillo, la humedad, el sueño, la mugre, otra
vez el hambre, lo impiden. El lector convertido en combatiente, atrincherado
hasta un final que también es de alivio para él, con la posibilidad abierta de
que, superadas sus emociones, se convierta en juez, incluso con tantos años de
retraso. ¿Novela de esperanza? Quizá alguien la entienda así. Para mí fue de
tristeza, la de despedirse del Monte Longdon que defendieron los colimbas
argentinos y que se aleja en la niebla cada vez más hasta perderse para
siempre.
Líneas tomadas del prólogo a la obra, escrito por Claudio
Ferrufino-Coqueugniot.
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